jueves, 17 de abril de 2014

Polonia

Y busco el país de los polacos, que está perdido, que todavía no está perdido. Otros dicen: pronto perdido, ya perdido, otra vez perdido. En este país se busca últimamente el país de los polacos con créditos, con a Leica, con la brújula, con radar, varitas de zahorí y delegados, con humanismo, dirigentes de la oposición y asociaciones de exiliados con trajes en naftalina. Mientras en este país se busca el país de los polacos con el alma -en parte con Chopin y en parte con revancha en el corazón- mientras aquí se rechazan las particiones primera a cuarta, proyectando ya la quinta, mientras vuelan a Varsovia con Air France y dejan pesarosamente una corona de flores en e lugar donde en otro tiempo estuvo el gueto, mientras desde aquí se buscará el país de los polacos con misiles, yo busco Polonia con mi tambor y tamboreo; perdida, no perdida aún, otra vez perdida, perdida para quién, pronto perdida, perdida ya, Polonia perdida, todo perdido, Polonia no está aún perdida.

El tambor de hojalata
Gunter Grass

viernes, 21 de febrero de 2014

domingo, 9 de febrero de 2014

Y las montañas hablaron

- ¿Puedo contarle otra historia, bibi sahib?
- Claro que sí. -Se oyó el chasquido del mechero y el humo flotó hacia mí desde atrás.
- Bueno, pues en Shadbagh tenemos un ulema. Todas las aldeas tienen uno, claro. El nuestro se llama Shekib y conoce montones de historias. No puedo decirle cuántas sabe. Pero siempre nos ha dicho una cosa: que si le miras las palmas a un musulmán, no importa en qué parte del mundo, verás algo asombroso. Todos tienen las mismas líneas. ¿Y qué significa eso? Pues significa que las líneas de la mano izquierda de un musulmán forman el número arábigo ochenta y uno, y de la mano derecha el número dieciocho. Réstele dieciocho a ochenta y uno, y ¿cuánto da? Pues sesenta y tres. La edad del Profeta cuando murió, que la paz sea con Él.

Me llegó una risita.

- Pues resulta que, un día, un viajero que iba de paso se sentó a compartir una comida con el ulema Shekib, como dicta la costumbre. El viajero oyó esa historia, pensó un rato y luego dijo: <<Pero ulema sahib, con el debido respeto, en cierta ocasión me encontré con un judío, y le juro que sus palmas tenían las mismas líneas. ¿Cómo explica eso?>> Y el ulema contestó: <<Entonces ese judío era en el fondo de su alma un musulmán>>.

Y las montañas hablaron
Khaled Hosseini